En este artículo pretendo únicamente poner en contexto la situación del sector energético en Europa y como la Unión Europea nos ha conducido a una debacle económica internacional, asesinando sin piedad alguna la soberanía de los países que se han plegado a su agenda globalista.
Los acuerdos vinculantes de la UE sobre energía y emisiones
Empezamos analizando el marco regulatorio por el cual la UE, como firmante del Acuerdo de Paris se comprometió en 2015 a reducir las emisiones de carbono en al menos un 55% antes de 2030, en relación con las que emitía en 1990. Para ir algo más allá, que podrían parecer escasos y cobardes los objetivos globalistas de la UE, en diciembre de 2019 pone en marcha el Pacto Verde Europeo (European Green Deal, EGD). Por supuesto, empaquetado con un lazo de buenismo “inclusivo y justo”, que nos propone acciones tan ejemplarizantes y fundamentales para nuestros países, como “suministrar energía limpia a un transporte descarbonizado” o “transversalizar la economía circular”, pero a lo que obliga es a eliminar el 100% de las emisiones en 2050. Recordemos que este es un acuerdo jurídicamente vinculante y universal, aunque no firmado por todos los países del mundo. Por supuesto, esto obliga a todos los países miembros a adherirse a su Agenda Global de Acción Climática al coste económico que sea necesario para cada uno de ellos. En la práctica esto viene a significar que desde Europa se decide la procedencia de la energía que podemos usar y de cual no, para nuestra industria, nuestros hogares y para todos los procesos productivos de cada nación. Bueno, aquí el concepto nación queda más bien reducido a sujeto pasivo susceptible de ser multado si incumple, ya que no tiene mayor poder de decisión que suscribir lo pactado por la UE mientras ve aniquilada su soberanía.
Lo más curioso es que la cuota de emisiones que se generan desde la UE es tan solo del 8% de las totales del planeta, y pese a todo, los globalistas de la UE nos obligan a realizar esta reducción a costa de las fuertes inversiones que le supone a la escasa industria que nos queda. Aunque menos nos va a quedar, si los precios siguen subiendo como resultado de estas inversiones y por tanto dejan de ser, competitivos.
La pandemia como excusa para endeudar a los europeos por y para la Agenda 2030
Para agudizar la situación, en plena pandemia del Covid-19 la Comisión ve una oportunidad para impulsar su agenda política, mientras sus ciudadanos miran la ruina a los ojos, ven cerrar sus empresas, perder sus puestos de trabajo y paralizar sus países. Así que como estamos arruinados, por supuesto unos países más que otros, vamos a impulsar las economías de los estados miembros con un auténtico tsunami de dinero que arranque de nuevo la producción y nos haga volver a la “senda del crecimiento”. Sin ninguna duda el globalismo de la UE está gestionado por los más listos de la clase. Porque esta fue la justificación para que el Consejo Europeo autorizara a la Comisión Europea a acudir al mercado para financiarse hasta un monto total de 750.000 millones de euros, ampliados hasta los 806.900 millones, los famosos Next Generation EU. Para entender la excepcionalidad y magnitud de este instrumento financiero cabe compararlo con los famosos fondos que la UE reparte entre los estados miembros y los gobiernos españoles siempre esgrimen para justificar nuestra pertenencia a la misma. La dotación presupuestada en el 9º Acuerdo Marco, Horizonte Europa (2021-2027) vigente en la actualidad, alcanza un importe de 96.000 millones de euros de inversión durante los mencionados 7 años. Pues estos son tan solo un 12,8% de los fondos que Next Generation EU va a poner en circulación en el mercado comunitario en tan solo 6 años.
La pregunta que procede es, ¿a qué podemos dedicar este dinero? y en la respuesta está la “madre del cordero”. Se han fijado 4 ejes de actuación alineados con los ODS de Naciones Unidas y la Agenda 2030. Lo que quiere decir que la mayor parte se irá en proyectos que impulsen la descarbonización. Ah, por cierto, no sé si he comentado que esta ingente cantidad de dinero no es maná que cae del cielo a los justos, ni tampoco crean que lo aportan las grandes corporaciones globalistas o que los altos dignatarios se rascan el bolsillo, no. Es una deuda. Una deuda que recae sobre las espaldas de cada uno de los contribuyentes europeos, para imponer de forma definitiva la agenda climática y ecológica y resiliente y digital e igualitaria, ah, y justa.
Raúl Morales Consorcio ATD OFICOMEX
Edited and posted by Antonio Arévalo Vázquez