Publicidad, televisión, radio, internet, redes sociales… el consumidor actual está expuesto a una gran cantidad de impactos en su día a día. Productos y marcas compiten por atraer la atención de un público que se mueve en un entorno veloz que cada vez es más global e internacional.
La realidad social y empresarial ha cambiado, el modelo no es el mismo y se valoran aspectos que, hasta hace unos años, no eran tan importantes. Como por ejemplo el precio, que ya no se sitúa como el principal, o único, factor de decisión, sino que hay otros valores que han entrado en juego y que podemos resumir en una frase: la experiencia de marca.
Las compañías deben revisar el rol que juegan y cómo se relacionan con sus clientes, actuales y futuros. Deben identificar aquellos sentimientos que mueven a las personas para impulsar la compra, lo que se conocen como ‘disparadores emocionales’. Y es que hoy en día la conexión emocional es clave, crear un vínculo con el consumidor, una unión basada en la empatía, que dé respuesta a las aspiraciones de todos los públicos de interés. Las marcas tienen el poder de convertirse en aliados de sus públicos, para eso deben escuchar al consumidor, entender su estilo de vida, comprender cuáles son sus necesidades e intereses, preocupaciones, pretensiones y anhelos.
¿Y cuál es el objetivo? Encontrar un espacio en la mente del consumidor, crear esa permanencia de marca, el recuerdo que le permita situarse en el ‘top of mind’, lo que le asegurará ser la primera en el proceso de compra, en definitiva, ser la elegida.
En este contexto, las compañías deben llevar a cabo una revisión de su estrategia de branding, porque ya no se trata solo de poner en marcha acciones o recursos de marketing, es algo que va más allá del uso de determinadas herramientas, se trata de trabajar estratégicamente la personalidad de la marca, es decir, su identidad y posicionamiento.
¿Están las marcas andaluzas preparadas para asumir este reto? ¿Saben cómo desarrollar la personalidad de su marca? Siempre es un buen momento para reflexionar, para analizar el camino recorrido y definir el camino futuro, la senda que cada compañía debe vislumbrar para lograr sus objetivos.
Solemos decir que las marcas deben ser ‘entes vivos’ y para eso es necesario definir su forma de ser, cuáles serán sus valores y atributos, sus creencias, su misión, su filosofía de vida… En resumen, ese relato de marca que la hace única, diferente, que la aleja de todas las demás. Partimos de la base de lo que no es diferente es indiferente, ¿realmente queremos que nuestra marca sea invisible a los ojos del consumidor? ¿Conocemos qué elementos la hacen una marca memorable? ¿Sabemos cómo transmitirlos a nuestros clientes?
El relato de marca es esa historia que hay detrás y que refleja lo que la marca es, en él se desgranan todos aquellos atributos que crean esa percepción de valor y que son diferentes en cada caso. Encontramos marcas que apuestan por la innovación y apalancan su posicionamiento sobre la idea de progreso, otras buscan ser marcas familiares y se posicionan en la idea del cuidado, el amor, la protección, la confianza. También hay marcas que se sirven de la tradición o el origen como su valor diferenciador y aprovechan sus años de historia para desarrollar un storytelling que las hacen únicas. ¿Cómo puede aportar valor tu marca? ¿Qué la hace diferente de las marcas de la competencia? ¿Conoces su valor diferencial?
Todas estas preguntas deben ser contestadas desde la estrategia de identidad y posicionamiento, tras un análisis en profundidad del mercado, de la competencia, de los públicos objetivos, de la estrategia de negocio y de los objetivos, y deben ayudar a crear esa identidad que le dé especificidad, estabilidad y coherencia a la marca y la haga así identificable y memorable.
Una vez que hemos definido la personalidad de nuestra marca es el momento de actuar y es aquí cuando las herramientas de marketing son tan importantes. La participación, la conversación y la interacción con los consumidores es esencial. Hoy en día las marcas tienen que atreverse a sacar su lado más humano, estar del lado del público y no en un pedestal que las hace inaccesibles.
Nos encontramos además en un momento en el que disponemos de multitud de canales a través de los cuales dirigirnos a nuestros públicos de una forma segmentada, directa y concisa. Tenemos una excelente oportunidad en Internet, un entorno que ha abierto las puertas para que marcas y usuarios se relacionen, sin intermediarios.
Las empresas no deben dejar al azar la idea que los consumidores se hacen sus marcas, sino que deben adelantarse y crear ellas mismas su identidad, en función de lo que creen y piensan y sobre todo de acuerdo a cómo quieren instalarse en la mente de las personas que la consumen.