Las multinacionales constituyen uno de los bloques de poder más importantes a escala mundial, en la medida en que su volumen de actividad, así como su capacidad de incidir sobre las economías nacionales, su extensión sobre el conjunto del territorio mundial, y la concentración en relativamente pocas manos de su poder de decisión, hacen de ellas uno de los ámbitos de intervención más potentes que podemos encontrar en este momento.
El proceso de transnacionalización de las empresas va acompañado de un mayor poder financiero, tecnológico y organizacional. Las empresas transnacionales (ETN) son el motor de la globalización, y permiten “establecer vínculos directos, estables y de larga duración entre economías” y, en condiciones políticas adecuadas, “puede servir como vehículo importante para el desarrollo de la empresa local, y ayudar también a mejorar la competitividad tanto de la economía que los recibe (“receptora”) como de la que los invierte (“inversora”)” (OCDE, 2010: 8). Actúan con una estrategia global para obtener los máximos beneficios: compran las materias primas donde les resulta más barato; instalan sus fábricas en los lugares más ventajosos de todo el mundo y venden sus productos en cualquier punto del globo.
La gran empresa, que antes administraba todo el proceso desde su casa matriz, es reemplazada por un sin número de filiales en el extranjero, generándose un creciente intercambio de bienes y servicios intra-firma, donde el producto final es el resultado del ensamblaje de partes elaboradas en diferentes países, con lo cual se va perdiendo el concepto “made in”. Se va gestando así una división sui géneris del trabajo al interior de las mismas, desdibujándose aparentemente el origen de las mercancías que circulan en los mercados mundiales. En el mismo sentido, las cadenas globales de valor son controladas por las empresas transnacionales, a través del comercio transfronterizo que tiene lugar dentro de sus redes de afiliadas, socios contractuales y los proveedores, en condiciones de libre competencia (UNCTAD, 2013: 122).
Según, Charles-Albert Michalet, la multinacionalizacion de una empresa responde a cinco principios fundamentales:
- Búsqueda de un acceso directo a las materias primas, sobre todo durante la colonización.
- Evitar las barreras al intercambio a través de la búsqueda de un mercado donde se va a producir lo que se va a consumir, logrando de esta manera evitar los impuestos aduaneros aplicados a la importación.
- Perdida de ventaja tecnológica en el mercado interior puede forzar a las empresas a producir fuera en los sitios que ofrecen costes menores para poder seguir a producir de forma rentable (ciclo del producto).
- Búsqueda de mano de obra barata.
- Búsqueda de salida al exterior debido a la intensificación de la competencia en el mercado nacional
Una de las primeras empresas que puede considerarse como antecedente de las multinacionales presentes actualmente fue la Compañía de Moscovia. Esta empresa fue fundada en Londres en el siglo XVI. Era una empresa comercial inglesa que se convirtió en la primera gran sociedad anónima autorizada, además de ser el precursor de este tipo de negocio. Si la analizamos desde un punto de vista actual, fue pionera a los ojos de los mercaderes del siglo XVI. Esta compañía llegó a tener el monopolio sobre el comercio entre Inglaterra y Rusia. La razón de su monopolio viene del afán explorador (razón por la cual se llamaba anteriormente “Compañía de Mercaderes Aventureros”) de Sebastián Caboto, un marino de origen veneciano que había navegado hasta para el Reino de España, quien deseaba hacer un viaje a Asia a través del Ártico. En definitiva, la empresa deseaba descubrir una nueva ruta comercial a oriente, la buscada Ruta del Mar del Norte, y lograron encontrar un paso del Noreste a Asia además de descubrir la isla de Nueva Zembla. La explotación de la ruta que descubrieron por parte de la empresa, única en ese momento, le brindó el monopolio que a la vez dio gran poder a Inglaterra.
Ya decía Adam Smith en el siglo XVIII que el tamaño de las empresas estaba directamente relacionado con el tamaño del mercado. Ahora, en un mundo globalizado como en el que nos encontramos, el mercado es todo el mundo.
Durante un largo periodo de tiempo la compañía dominó el mercado, una de las razones es que eran los únicos mercaderes y navegantes que conocían esa ruta de navegación, logrando así conectar varios mercados de gran tamaño.
Curiosamente, las razones e incentivos que provocaron la expansión internacional de la empresa siguen siendo los mismos a pesar de que hayan transcurrido siglos. Es decir, la empresa disponía de un factor de diferenciación que se convirtió en su ventaja principal: el profundo conocimiento de esa ruta comercial, ventaja que ninguna otra empresa poseía, y supo aprovecharla al máximo.
A raíz de esta ventaja, empezó su implantación en diferentes países y se convirtió en una de las primeras multinacionales del mundo moderno.
Melchor Reyes Callejas, Consultor KBK International. UTE Globoempresa-Ecosolve.